jueves, 15 de noviembre de 2007

Atisbos de esperanza


Cierta vez anduve yo en horas muy bajas. Es cuando te planteas muy seriamente qué es de tu vida y qué va a ser de la misma. Estaba realmente mal. Cuando los agobios te apisonan la mente, pero ese día una voz, desde la lejana Londres , me animó. Una verdadera musa de la amistad, la cual, conozco desde hace poco pero es como si conociera de toda la vida. Cuando una persona te ofrece algo tan preciado como una amistad verdadera de esa manera, se ocupa de ti en situaciones bajas, te da los ánimos suficiente para ver parte de la luz que habías tenído , cuando alguien hace algo por ti desinteresádamente, cuando no has sonreído en todo el dia y hablas con ella y se te dibuja una sonrisa de tonto en la boca, la amistad con una persona así es algo para enmarcarlo con un marco de oro , infinito, arcoirítico... Encontré al conocerte un tesoro con cuerpo de mujer y alma de Diosa.

Ella me regaló esta cita :

A veces cuando algo sucede, pensamos que no debería haber ocurrido así. Por eso sentimos, cuando muere un ser querido, cuando perdemos unas elecciones, cuando sufrimos cualquier derrota, que todo ha terminado. Y no es verdad. Ése es el principio siempre. Porque la grandeza se alcanza, no cuando todo va bien, sino cuando la vida te pone a prueba, cuando tienes un gran tropiezo, cuando te decepcionan, cuando la tristeza te invade. Porque solamente estando en lo más profundo del valle, puede saberse lo magnífico que es estar en la cima de una montaña.

Una de las cosas que más deseo es poder ir a las tierras escotas a visitarte, es una deuda pendiente que algún día , en cualquier lugar del tiempo, tengo que solucionar.

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