Es curioso que , cuando comprobamos como vociferan los medios de comunicación la llegada próxima o la misma celebración a nivel mundial del “ dia internacional de la mujer trabajadora” todos lo celebrásemos como si fuera algo especial, algo que solo entra en nuestra conciencia durante algunos minutos ( por el “impacto” de la "noticia”) o quizá tan solo algunos segundos. Y es algo tan efímero y pasajero porque en nuestro país es clara la identificación de un día festivo en el que se celebra algo “importante” con un día en el que no hay que trabajar a consecuencia de esa celebración. El día de la mujer trabajadora es laborable, mientras que el 1 de Mayo es festivo. La mujer trabajadora, en el día en que “oficialmente” se le reconoce su condición , tendrá que trabajar y la gran mayoría de ellas el doble ( trabajo en el mercado laboral y trabajo en casa).
Para las amas de casa no hay dias festivos
Aún existiendo la celebración de dicho de día de la mujer trabajadora, todas sus derivaciones , programas políticos de igualdad y no discriminación , etc.. la mujer sigue jugando un papel de marginación e inferioridad en el trabajo. Está claro que , con el paso del tiempo, la situación debe ir evolucionando a mejor porque esa evolución debe ser una “evolución lógica” y algo que debemos esperar como consecuencia del progreso y el abandono de las ideas machistas y subdesarrolladas , ya no solo de los sistemas políticos que amparan o amparaban la situación de desigualdad en el trabajo sino ha de ser una evolución que debemos experimentar nosotros mismos , los hombres, aunque también incluyo en ese “nosotros mismos” a la mujer .
El sistema soviético empezó a institucionalizar el papel de la mujer en la sociedad, comienzo de una era de reivindicaciones, que dió como primer gran paso el derecho al voto ( por primera vez, en Nueva Zelanda )
Se podría poner la excusa de que la situación de superioridad del hombre sobre la mujer es una cuestión cuasi-genética. El hombre desde el principio de los tiempos ha adoptado, en casi todas las sociedades y comunidades de hombres, una situación de superioridad sobre la mujer, sobre todo por el carácter de la fuerza física, que le hacía realizar las funciones más importantes de la vida diaria , como era traer el alimento a la familia mediante la caza . Siempre se tuvo en mente que el trabajo de la mujer en el hogar era un trabajo no especializado y que no tenía la suficiente importancia. Esa situación es una especie de “información genética” que llevamos dentro de nosotros que ahora se deriva en la creencia en el subconsciente de que la mujer no está adaptada ni físicamente ni moralmente para realizar trabajos determinados, ni tampoco merece ganar igual o más dinero que un hombre porque un hombre es por naturaleza un “especialista” y la mujer tenderá a realizar las cosas no tan bien como el hombre . ESA EXCUSA NO ES VÁLIDA NI PLAUSIBLE. En realidad ninguna excusa podría ser válida. Los instintos y costumbres del ser humano han sido controlados por nuestra razón para adaptarlos a una mejora en nuestras vidas y nuestras relaciones sociales , por ello debemos tener claro que la cuestión de “desconfianza genética” no es excusa en una sociedad, como la occidental, la cual tildamos de desarrollada e igualitaria, y es más, amparada por un ordenamiento constitucional que así lo consagra.
A mi parecer el camino que sigue la actual política de integración de la mujer es pasar de un machismo opresor a un otro protector. Me parece que tener un 50% de ministras solo por ser mujeres o el reducirles los requisitos para las pruebas físicas de las oposiciones es humillante para la mujer, no se parte de la igualdad sino de la inferioridad de la mujer, es considerarla como si fuera una discapacitada. La igualdad no se basa en los números y estadísticas o las fotos de políticas en sus ruedas de prensa, sino en el reconocimiento de la identidad de la mujer. La verdadera mujer emancipada es una luchadora, lo que tiene lo ha ganado ella con su esfuerzo y está libre de depender de que la mantengan porque es ella la dueña de su destino y no ningún decreto ley, los cuales al ser fruto de los políticos, están doblegados a su oportunismo. Sin embargo, la lucha por la igualdad no pasa por perder la identidad. Una mujer debe seguir siendo femenina a la vez que luchadora, porque el objeto de la lucha es que la mujer pueda alcanzar las mismas metas que los hombres siendo mujer.
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